martes, 23 de agosto de 2016



Los rizos ondulados del mar encrespado
supura facciones de rasgos plateados 
vierten manos desestructuradas en el vendaval clandestino
rozan el viento lejano
chorrea la sangre inconcebible de diestros matadores
en una jungla espesa,
húmeda de quehaceres invisibles
para retomar la angustia
entre azares, muerta
de existir, muerta
acabando el día para no matar las horas en su camino
desguaces de silencio sin arrimarse al tedio
claustro maldito de pozos inundados,
las algas por pensamientos
duras piedras en el entrecejo no reblandecen
hasta parar el movimiento de las vísceras
en tropel aullando sobre la piel cercana


y disturbio de un saber desposeído hasta lo nimio.