sábado, 25 de octubre de 2014

El desayuno


Cae la sal sobre la superficie dura y crujiente, la tostada recibe la lluvia sobre la escarcha de aceite. Un gesto que perdura, cada día, durante tanto tiempo. Entre el acto de llevarme a la boca el pan tostado  y los sucesivos movimientos anteriores se comprime el mundo lleno de mañanas y de otros que hicieron lo mismo.

Cuantas rugosas mañanas llenas de luz. Calor sofocante a resguardo, solo la tristeza de mi padre se dispersaba por toda la sala. Recogía trocitos de ésta que se diluían al paso de las horas como la sal sobre las tostadas.

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