domingo, 23 de diciembre de 2018




Un solo atardecer colmaba mis ansias observando el vuelo de los vencejos y  las golondrinas que se abría en círculos sobre los tejados y azoteas. El color de la tarde rezumaba frescor y una alegría punzante. La tarde se expandía en un latido que abría el cuenco de las manos recogiendo el regalo del presente. Finalmente me sumergía en la noche, un aleteo cálido, luminoso y secreto, seguía palpitando la música de las bestias entre luces mortecinas y lejanas.

viernes, 21 de diciembre de 2018