viernes, 8 de agosto de 2014

Bailando en la frontera



Cuando la mirada descubrió un abrazo entre las sombras del limonero, no sé si fue por culpa de la luz o un atrevimiento más de los límites del día que bordean los pájaros con sus alas y le dan formas curvas que lo hacen de vuelta y amable. Así, sin confundir un solo instante, el sol implacable me devolvió una sonrisa con la que reconocer las marcas del alba y recorrer un camino, siempre guiada, siempre sola. ¿Lo importante era el mapa de las fronteras, los bornes, lo que diferenciaba las cosas de su alrededor? El peligro de confundirlo siempre había estado.

(Bailando en la frontera, C.M.)

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